BIOGRAFÍA DE YANINA GUTHNARA MOREIRA SOLÓRZANO
Remontarnos años atrás no
es fácil, y menos aún para hablar sobre una misma, pero veamos, nací un 12 de
septiembre de 1963, en Chone, mis padres son la Prof. Mariana de Jesús
Solórzano Ferrín, y el Prof. Víctor Hugo Moreira Loor. Recuerdo que hasta que tuve
cinco o seis años vivíamos en el barrio de Santa Martha, en una casa de caña
construida en un solar, que el padre de mi madre, le había regalado cuando se
casó, tenía un patio donde había varias matas de café, y cuando las pepitas
estaban rojas las cogíamos e íbamos a venderlas un poco más allá de la casa,
donde había una piladora de café, una vez, en el camino nos encontramos una
iguana inmensa, no nos atrevimos a pasar, tuvimos que esperar a que se fuera
para poder ir a entregar los granos de café.
Otro momento inolvidable vivido, es
en la propiedad de mi abuelo materno, que colindaba con nuestra casa, solo
teníamos que caminar un poco, por en medio de árboles frutales y llegábamos a
la casa, que estaba construida frente al río Chone, mamita Julia, como le decía
a mi abuela y papito Alfonso, como le decía a mi abuelo, eran dos seres muy
consentidores, de su primera nieta, mi abuelita tejía y cosía, los más hermosos
modelos para vestir y mi abuelito lo recuerdo a la orilla del río, sentado, con
su machete cortando cacao, dándome para que chupara las semillas, luego me
colocaba encima de las terrazas, donde se secaban las semillas de cacao, para
que caminara encima de ellas, tratando de separarlas para que se secaran bien,
para mí eso era un juego, aunque realmente, es parte del sistema de producción
del chocolate.
Aproximadamente por 1968, nos
cambiamos de casa, pasamos a vivir en el centro, en una casa también de caña,
que era de mis abuelos paternos, concretamente al lado de ellos, años después
de que mis padres emprendieran en algunos negocios, aparte de ser docentes, y
pudieron comprar la casa que colindaba con la que vivían, y después comprar el
terreno de la casa de sus padres a todos sus hermanos. Actualmente vivo con mi
madre, en el primer piso alto, ya que mi padre falleció hace algunos años
atrás, soy de estado civil soltera, soy la mayor de cuatro hermanos, me sigue
Mariana Marice, vive con sus hijos en el segundo piso, Eva Katerine vive en USA
y Víctor Hugo, con su esposa y tres hijos, vive entre Manta y Chone, en casas
adquiridas por ellos.
Mi abuelo Antonio, era
chofer, mecánico, arreglaba baterías de carros, pero también le encantaba la
música, mi abuelita Rosita, la que realmente era, tía abuela, porque la mamá de
mi padre murió, cuando él era pequeño, y su papá se volvió a casar con una de
sus cuñadas, la que se hizo cargo de los cinco hijos de su hermana, ella era
comerciante y productora, hacia los más exquisitos manjares, suspiros y
rompopes para vender.
De mis tíos, recuerdo a mi tía Rosa
Eva Moreira Loor de Moreno Polo, tocaba el acordeón y el piano, compuso varias
melodías entre ellas el Himno al Colegio Raymundo Aveiga, le encantaba
deleitarnos con su música, y la de su padre, porque aunque él, no fue conocido
en su tiempo, compuso cinco melodías; con una grabadora toca cinta, el esposo
de Doña Evita, las dejó grabadas, tal vez tratando de que no queden en el
olvido, por eso yo también con la grabadora de sonido de la computadora las
pase a archivo digital y de ellas ya tengo unas subidas en Youtube, para que
cualquier persona las pueda escuchar.
En primer año de la
escuela lo hice en la Escuela “Aurelio Salazar”, pero mi madre pensaba que,
para evitar conflictos de intereses, era mejor que sus hijos estudiaran en una
institución, donde ni ella, ni mi padre trabajaran, así que pase al segundo
grado, a la escuela “México”, ahí termine la primaria y pase en la secundaria
al Colegio Nacional “Amazonas”, ahí me incorporé como bachiller en Humanidades
Modernas especialidad Físico Matemático.
Como anécdota de mi la
escuela recuerdo que había una sesión de árboles, donde se creía que habitaba
el diablo, todos los días mis compañeras y yo desafiamos, en la hora del receso
al diablo, yendo hacia ya, y cuando se suponía que venía a cogernos corríamos,
hacia el lado opuesto, hasta que me caí y raspé las rodillas, de ahí nunca más
volví a ir hacia allá.
También fui víctima de los
castigos de los reglazos, una vez en segundo grado, porque no me sabía las
tablas de multiplicar, la profesora me castigo con una regla, bueno, aunque
esas acciones se te graban en el corazón, también es verdad, que me sirvió para
que me aprendiera las tablas. La segunda vez, que me dieron un reglazo, fue
porque no había llevado un cuaderno, que supuestamente la profesora había
pedido, pero ¡oh sorpresa! la mayoría del grado
no lo llevo, nosotros aducíamos, que la profesora no, nos había avisado,
pero igual a todas nos castigaron, cuando llegue a la casa llorando, le conté a
mi padre, quien a pesar de lo fregado que era, al día siguiente le fue a
preguntar a la profesora las razones del castigo y manifestarle que no estaba
de acuerdo, yo estaba en quinto grado, creo que sirvió para que la profesora,
nunca más volviera a castigar físicamente a algún estudiante.
Del colegio recuerdo que,
del básico, debo agradecer aprender a escribir a máquina, ahora no tengo
dificultad de usar todos los dedos en la computadora, pues en ese entonces se
daban las optativas y yo estuve en Comercio y Administración, aunque también
viene a mi mente el sacrificio que hacía caminando desde mi casa, que quedaba
en el centro, hasta el colegio con la máquina de escribir agarrada con las dos
manos, en ese momento odiaba a ese artefacto, porque había algunas calles de
por medio. También recuerdo que tuve un profesor de matemáticas, el Ing.
Enrique Reyes, quien al parecer le gustaba mucho el campo, porque cuando nos
daba logaritmos, nos exigía llevar el libro de logaritmos y decía “NO SE OLVIDEN DE SU MACHETE”, esta es su
herramienta de trabajo, excelente maestro, con él aprendí mucho, en sexto
curso, fue nuestro dirigente de curso, nos llevó de paseo de fin de año,
viajamos hasta Cali- Colombia, fue realmente hermoso.
En ese entonces no había
elaboración de proyecto de vida, o de los objetivos que nos trazamos cumplimos
o esperamos cumplir, he vivido mi vida, día a día, al terminar la secundaria
pensé que quería ser arquitecta, pasé un año viviendo en Guayaquil, venía a
Chone cada 15 días, pero cuando me tocaba la hora de irme, me entraba una
nostalgia y ganas de llorar, es decir, no me quería ir, hasta que un día tomé
la decisión, me voy a Chone, “vivir lejos
de mi tierra no es para mí”.
Al llegar a Chone, entró el
accionar de mi querida madre, quien me
dijo, “o estudias o te quedas en la casa
haciendo oficios”, entonces acudimos a una de mi tías y su esposo, que por
ese entonces estaba también estudiando y tenía muy buenos contactos en la
Universidad Técnica de Manabí, para ver que podía estudiar, y como estaba en
Portoviejo, podía venirme a Chone, todos los fines de semana, o cuando no
tuviese clases, entonces de las opciones que había, escogí “Economía”, me
incorpore de Economista en agosto de 1991.
Anécdotas o buenos
momentos vividos en familia, son muchos, como por ejemplo: las idas los fines
de semana al cantón el Carmen, donde teníamos una propiedad y disfrutábamos del
campo, o las idas a la playa de San Jacinto, o simplemente cuando hacía mis experimentos
culinarios para navidad o un cumpleaños y nos sentábamos a la mesa en familia a
degustarlos, pero viene a mi mente uno en especial, el paseo que hicimos por
allá por el año 1991 o 1992, a las Islas Galápagos, un tour en crucero que se
llamaba “Galápagos Explorer”, fueron cuatro días de navegar por las islas,
caminatas, y apreciación de la riqueza natural de las islas encantadas,
inolvidables, grabadas en mi mente y corazón.
Luego de graduarme, llegó
el momento de buscar empleo, gracias a las conexiones del esposo de una tía,
quien desempeñaba un alto puesto en el Ministerio de Bienestar Social, logre
trabajar en Portoviejo como Analista Financiero, por espacio de varios meses,
pero renuncié porque lastimosamente en el programa que trabaja, se involucraron
personas peligrosas, por lo que preferí evitar riesgos innecesarios, pero por
ese entonces ya se había publicado un concurso de méritos y oposición de
docente de Contabilidad en el Colegio Nacional Técnico “Raymundo Aveiga”, en el
que postule y después de varios meses gane el concurso y entre a laborar como
profesora, no de una asignatura, sino de varias, era una enciclopedia andante.
Han transcurrido varios
años desde que entré a trabajar como docente, concretamente el 30 de abril de
1993, después de unos meses de hacer amistades, el Lcdo. Guillermo Rodríguez
Patiño, me hacía bromas, porque yo tenía un título que no era docente, decía
que, el gobierno me iba a sacar, por lo que tome en serio sus bromas, así que
aproveche la ventaja de estudiar a distancia, que ese tiempo promocionaba la
Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL) y obtuve el título de Profesora
de Educación Media, por allá, por el año de 1996; en el 2010 gané un concurso
como Vicerrectora en la misma institución, por lo que me vi en la necesidad de
volver a estudiar y en 2012 obtuve el título de Magister en Gerencia y
Liderazgo Educacional. En ese puesto estuve hasta mayo de 2023, ya que por cuestiones políticas
cambiaron a los directivos de las instituciones educativas de la ciudad, en
este momento me encuentro jubilada, concretamente el cese de funciones fue el
29 de febrero del 2024.
Me encantaba ser docente, he tratado
de guiar en el aprendizaje a los estudiantes, pero también aprendí de otros
docentes, mis recuerdos de los consejos del Lcdo. Bolívar Ortega Avalos, quien
me designó para estar a cargo de la elaboración de horarios, como preparándome
para que lo reemplazará posteriormente a su temprano fallecimiento; o con los
pedidos del Dr. Nicolás García Andrade, siendo Rector, por allá por el año
2004, que nos puso al área de Comercio y Administración, a la comisión de
gestión institucional de la que fui parte, a realizar un estudio de mercado
para ver la posibilidad de abrir nuevas especialidades, en ese entonces solo
ofertábamos tres, así, como un estudio del personal, para ver si contábamos con
el elemento humano necesario, todo eso lo hicimos sin tener experiencia alguna,
solo investigando y haciéndolo en un trabajo en equipo de docentes y
estudiantes, a partir de los resultados de estos estudios, se comenzó a ofertar
dos especialidades más.
Otra vivencia fue como miembro de la comisión de gestión de
educación técnica, aprendiendo y capacitando sobre estándares educativos y sus
descriptores, fueron algunos años siendo parte de un equipo provincial, en el
que nos hacían trasladarnos a otras ciudades a compartir experiencias, cada
esfuerzo valía la pena, ahora solo quedan recuerdos, pues estas capacitaciones
presenciales, han sido reemplazadas por las virtuales, que si bien,
particularmente las prefiero, no es lo mismo que cuando se comparte personalmente
con otros seres humanos y se recibe el calor fraterno de sus emociones, puntos
de vistas, gestos y observamos,
reacciones que no puedes ver virtualmente, pero hay que estar a la par con la
tecnología y solo queda prepararse día a día, para seguir formando a nuestros
jóvenes estudiantes, lo mejor que se pueda hacer.